Causas de obesidad. Nuevos y viejos culpables de la epidemia del siglo XXI

Como seguramente ya sabrás, las causas de la obesidad son múltiples. A groso modo, las podemos englobar en dos grandes grupos: causas ambientales (sin duda las más frecuentes) y causas biológicas y genéticas. En este artículo voy a repasar todos los factores que de una u otra forma están implicados en el desarrollo de la obesidad. Además, hablaré de las causas de la obesidad que todos conocemos pero también de otros factores menos conocidos que se han ido sumando a la lista estos últimos años.

Factores fisiológicos

Edad

La obesidad aumenta conforme aumenta la edad. Por ejemplo, en el famoso estudio español ENRICA, se observó que la obesidad afectaba al 23% de la población general, pero en personas  mayores de 65 años, la obesidad llegaba a afectar hasta al 35% de los sujetos estudiados.

Este aumento de peso conforme a la edad, se ha relacionado por un lado con la disminución de la actividad física. Por ejemplo, por problemas en las articulaciones u otros que limitan la capacidad de ejercicio. Por otro lado, también se sabe que influyen factores hormonales que favorecen el acúmulo de grasa: por ejemplo, desciende la hormona de crecimiento y las hormonas sexuales como testosterona y estrógenos.

Sexo

Respecto al sexo, la mayoría de estudios a nivel mundial encuentran que la obesidad afecta más a mujeres. Sin embargo, parece que las consecuencias metabólicas son más perjudiciales en los hombre.

Pubertad

El riesgo de obesidad aumenta drásticamente a partir de la pubertad, especialmente si durante la infancia ya se sufría de obesidad o sobrepeso y si los padres padecen obesidad.
Es frecuente que muchos adolescentes inicien malos hábitos en esta etapa vital: peor patrón alimentario, menos ejercicio, más horas de estudio, etc.

Embarazo

El embarazo es una etapa vital en la que es normal cierta ganancia de peso. Habitualmente se considera una ganancia de peso normal hasta aproximadamente los 14 kg en mujeres con un peso previo normal.

Sin embargo, en el ámbito de la obesidad, el embarazo puede actuar como un desencadenante. La falta de control de la dieta y la sensación de “me lo puedo permitir todo” empuja a muchas mujeres a aumentar demasiado peso. Además de los riesgos del exceso de peso para propio el embarazo, el problema es que tras el parto es muy difícil recuperar el peso previo.

Menopausia

En la menopausia lo que sucede es que se acaban los ciclos ovulatorios y por tanto disminuye drásticamente la producción de estrógenos, una hormona sexual que ejerce diferentes efectos protectores sobre la salud. Uno de los fenómenos que ocurre al disminuir los estrógenos es que la grasa del organismo se redistribuye y tiende a acumularse más en la zona abdominal y alrededor de las vísceras.

El problema es que la grasa visceral es más perjudicial para la salud, por lo que la menopausia trae consigo un aumento del riesgo de presentar problemas cardiovasculares. Esta es la explicación de por qué los problemas cardiovasculares aparecen antes en los hombre que en las mujeres y es que las mujeres están protegidas hormonalmente hasta la menopausia.

Causas genéticas de la obesidad

Existen algunas casos de obesidad poco frecuentes que están provocados por alteraciones genéticas específicas.  En este grupo de enfermedades, destaca el Síndrome de Prader-Willi que es la causa más frecuente de obesidad genética. Otras alteraciones genéticas causantes de obesidad son las que afectan al gen de la leptina o al gen de la melanocortina.

Por otro lado, cada vez más conocemos genes que no son causantes por si mismos de obesidad, pero que si aumentan el riesgo de padecerla. Se trata de variantes genéticas que están implicadas en la conducta alimentaria, en el gasto de energía, en la regulación del apetito, etc. Sabemos que cada uno de estos genes contribuye muy poco al desarrollo de la obesidad, sin embargo, en estudios de asociación se ha detectado que se correlacionan con el riesgo de padecerla.

Enfermedades que causan obesidad

Enfermedades endocrinas

Existen numerosas enfermedades endocrinas capaces de provocar aumento de peso u obesidad. Algunas de estas enfermedades son: Hipotiroidismo, síndrome de Cushing (exceso de cortisona), síndrome de ovario poliquístico y exceso de insulina (hiperinsulinemia). Cabe destacar que estos problemas contribuyen sólo discretamente al desarrollo de obesidad y que al igual que sucede con las causas genéticas, son causas de obesidad que podemos considerar raras. Sin duda, las causas de obesidad más habituales son las relacionadas con los hábitos de vida.

Enfermedades del sistema nervioso central

Sabemos que una parte fundamental del control nervioso de la ingesta reside en el hipotálamo. Por tanto,  las enfermedades que afectan a esta parte del cerebro pueden provocan cambios en la conducta alimentaria y producir obesidad. Pueden ser enfermedades de cualquier tipo: Genéticas como el síndrome de Prader-Willi, tumores, traumatismos, radioterapia, etc. En definitiva, cualquier enfermedad que de alguna manera ataque a esta zona anatómica del cerebro.

Enfermedades psiquiátricas

Algunas enfermedades como la depresión, la esquizofrenia, o el trastorno afectivo bipolar se asocian a obesidad. Algunos de estos trastornos incluso llegan a duplicar el riesgo de padecer obesidad respecto a la población sana. Estos pacientes tienen un riesgo sobreañadido, y es que,  algunos de los tratamientos farmacológicos para estas enfermedades también contribuyen al aumento del peso.

Por último, en la esfera psiquiátrica, no sólo las enfermedades, sino también los rasgos de la personalidad influyen en el aumento de la obesidad.  Por ejemplo, las personas con personalidad impulsiva pueden tener  más riesgo de sobrepeso y obesidad por una mayor probabilidad de sufrir atracones o ingestas compulsivas.

Sedentarismo

El sedentarismo no solo influye en el exceso de peso sino que también lo hace en la composición corporal. Las personas que no hacen ejercicio, incluso aunque tengan un peso normal, suelen tener un mayor porcentaje de masa grasa y un menor porcentaje de masa magra. Sobra decir que este tipo de composición corporal, es “veneno” para nuestro metabolismo.

Además, el sedentarismo influye de forma independiente en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y problemas de movilidad, incluso aunque no exista obesidad.

Cabe destacar aquí el tema de la movilidad como la “pescadilla que se muerde la cola”: al no moverte, aumentas de peso y pierdes movilidad. Como todavía puedes moverte menos, aumentas más de peso y así se cierra el círculo vicioso que te puede llevar a problemas de salud sin vuelta atrás. Este fenómeno es especialmente importante en gente por encima de los 60-65 años, así que mucho cuidado!

En mi opinión, el ejercicio es la píldora mágica que todos esperamos, simplemente todavía no nos hemos dado cuenta.

Factores dietéticos

1. Exceso de calorías

Si nos preguntan porque aparece la obesidad, esta es la primera causa que nos viene a la mente: Comemos más calorías de las que gastamos. Esto es lo que se llama balance energético y es algo así como un balance de cuentas: lo que entra (comida) menos lo que sale (actividad física).  A grosso modo nos ayuda a entender el problema, pero desde luego, el balance energético es una explicación demasiado simple y que está empezando a quedar atrás. Voy a explicar en este apartado un par de detalles para que entendáis mejor la complejidad del exceso de calorías.

2. Genotipo ahorrador y mala regulación del apetito en tiempos de bonanza

El hambre es un impulso que ha evolucionado para ayudarnos a sobrevivir. Su objetivo es obligarnos a comer y en la medida de lo posible, comer en exceso para acumular calorías para cuando lleguen tiempos de escasez o hambruna. Acompañando al apetito, también ha evolucionado un “sistema de ahorro”. El cuerpo intenta por todos medios gastar menos calorías (o consumir eficientemente las que tiene) de nuevo por el mismo motivo: para guardar algo de energía por si llegan tiempos de escasez.

Como resultado de lo explicado en el párrafo anterior tenemos el “genotipo ahorrador”: Un paquete de genes que nos dan mucho apetito y nos impulsan a quemar poca energía para evitar morirnos de hambre ante una posible hambruna. Un sistema de ahorro perfectamente preparado para sobrevivir en un medio hostil de escasez.

Aquí viene el problema de mala regulación. Nuestro sistema ahorrador no está preparado para vivir rodeados de calorías. Tenemos un apetito mal regulado para nuestro entorno y esto nos lleva a comer de más y a engordar.

3. Hedonismo (placer) y adición a la comida

Vivimos rodeados de de comida artificial “hiperpalatable” (demasiado sabrosa) que resulta irresistible para nuestro genotipo ahorrador.  Sabemos que este tipo de alimentos pervierte los circuitos neuronales de recompensa y nos dificulta mucho el autocontrol. Está empezando a reconocerse que existe la adicción a la comida y es que nos resulta prácticamente imposible resistirnos a ciertos productos tan sabrosos de forma similar a como le pasaría a una persona adicta con una droga. A veces pienso, que lo que realmente sorprende es que la gente  consiga evitar comerse un bollo cuando tiene hambre.

4. Ansiedad y otras emociones

Otros factores que influyen en la desregulación del apetito son los factores emocionales. Todos sabemos que en el mundo que hemos montado tendemos a padecer ansiedad y otras emociones desagradables. Vivimos demasiado rápido y con el reloj a cuestas y si no canalizamos este estrés, acaba saliendo por donde no queremos.

Lo que acaba sucediendo es que tenemos muy cerca la comida para darnos una solución rápida a nuestros malestares psicológicos. En definitiva, no solo comemos para nutrirnos sino para calmar emociones, lo que se traduce finalmente en un exceso de calorías.

5. Patrón alimentario

Con patrón alimentario nos referimos a que no es solo el exceso de comida es lo que nos lleva a aumentar de peso, sino la calidad de lo que comemos. Por ejemplo, la elevada ingesta de azucares refinados y de grasas artificiales se relaciona estrechamente con el riesgo de sufrir obesidad. Por contra, el patrón de alimentación mediterráneo, protege contra la obesidad.

En este punto cabe destacar los productos ultra-procesados. Además de provocar adicción, suelen ser productos de alta densidad energética. Esto significa que en muy poco volumen de alimentos encontramos una gran cantidad de calorías. Lo que sucede es que si tu patrón alimentario incluye este tipo de alimentos con tanta energía, sin darte cuenta consumirás demasiadas calorías y aumentarás de peso. Además, te recuerdo que toda la tecnología alimentaria que hay detrás de estos productos no se enfoca en que sean más sanos sino en diseñarlo para que te apetezca consumir más.

6. Ambiente obesogénico

Creo que solo con leerlo ya te puedes hacer una idea de lo que significa un ambiente obesogénico. El anuncio de chocolatinas a todas horas, la panadería llena de bollos enfrente de tu casa, el fácil acceso a pedir una pizza a domicilio, las reuniones sociales centradas únicamente en comer, la dificultad para encajar una vida activa con nuestros horarios, etc. Es decir, todas las influencias del entorno y de nuestra forma de vida que ejercen una enorme presión para que aumentemos de peso.

A continuación haré una lista con los principales factores del ambiente obesogénico porque creo que tenerlos en cuenta te puede ayudar a ser consciente de como el entorno influye en tus decisiones y por tanto quizá te ayude a decidir mejor: ¡Somos Davides intentando no engordar contra Goliat!

Principales factores del ambiente obesogénico:

  • Marketing alimentario
  • Tecnología alimentaria
  • Disponibilidad excesiva de alimentos hipercalóricos
  • Urbanismo que impide la actividad física
  • Horarios laborales que no dejan tiempo a la actividad física
  • Transporte de todo tipo que hace que ni siquiera caminemos.
  • Pantallas que nos atrapan la mente en ocio pasivo
  • Reuniones sociales relacionadas con la comida y la bebida: fines de semana, vacaciones, celebraciones
  • Auge de la comida a domicilio: ni si quiera gastas energía en ir a por comida
  • Auge de la compra online de todo tipo de productos
  • Falta de sueño: muy influido por la luz azul de las pantallas. Provoca que disminuya el gasto de calorías al día siguiente y que nos apetezca comida de peor calidad.
  • Falta de contacto social
  • Problemas emocionales propios de nuestra sociedad que intentamos aliviar con comida.

Causa de obesidad- Hamburguesa, patatas y salsa industrial

Fármacos

Muchos fármacos de uso habitual son causa de obesidad o al menos de dificultad para bajar de peso.  No entraré a valorar los diferentes mecanismos por los que provocan el aumento de peso, pero sí enumeraré algunos de ellos:

  • Beta-bloqueantes: Fármacos que se utilizan en personas que han tenido infartos o para tratar la hipertensión. Ej.  Propranolol, labetalol, atenolol,…
  • Antidepresivos y antipsicóticos. Ej. Paroxetina, sertralina, mirtazapina,…
  • Fármacos para la diabetes: Sulfonilureas (ej. glibenclamida), pioglitazona o insulina
  • Anticonceptivos orales
  • Antihistamínicos: fármacos que se utilizan para tratar fenómenos alérgicos.
  • Glucocorticoides

Estrés

Ya hemos comentado anteriormente en este artículo como la ansiedad y otros factores emocionales influyen claramente en el peso. En concreto, el estrés favorece por un lado la impulsividad en la ingesta. Esto significa comer rápido, sin pensarlo y sin apetito.  Por otro lado, el estrés también favorece el abuso de drogas, lo que en último término también se asocia a obesidad.  Por último, la necesidad de alivio de este estrés, también conduce a la búsqueda de placer que puede llevar a consumir alimentos hiperpalatables y de alta densidad energética.

Estatus socioeconómico

En los países occidentales los más perjudicados por la obesidad son los estratos sociales más bajos. Cuanto más pobre es alguien y menor nivel de estudios tiene, más riesgo de padecer obesidad, y además,  más riesgo de que la obesidad le provoque complicaciones.

Son numerosos los factores que influyen en esta relación entre el estrato social y el riesgo de enfermedad. Por ejemplo, la falta de educación alimentaria, la  incapacidad para elegir alimentos sanos por su mayor precio, mayor abuso de drogas, más estrés,…

Curiosamente en los países subdesarrollados ocurre lo contrario. La obesidad afecta a las familias de mayor estatus socioeconómico.

Nuevos factores asociados a la obesidad

Los que hemos comentado anteriormente son los factores más clásicos relacionados con la obesidad. Sin embargo, en los últimos años se le está dando cada vez más importancia a otros factores que antes dejábamos de lado. Vamos a comentar ahora esos factores novedosos que influyen en el gran aumento de la obesidad en nuestras sociedades.

Cronodisrupción. Alteración de ritmos circadianos y horarios de las comidas

La cronodisrupción tiene que ver con los ritmos circadianos. Los ritmos circadianos son los sistemas que cambian a lo largo del día. Por ejemplo, la melatonina sigue un ritmo circadiano en respuesta a la luz: Está baja durante el día y aumenta por la noche cuando hay oscuridad.

Cada vez tenemos más claro que estos ritmos circadianos influyen en la salud. Es decir, nuestro organismo sigue unos determinados ritmos biológicos y saltárselos no es inocuo para la salud. Por ejemplo, todos conocemos el malestar que genera el jet lag, que es fruto de la interrupción de nuestro ritmo circadiano más básico, el ciclo día-noche.

Pues bien, entre las consecuencias de saltarse los ritmos circadianos sin duda está la obesidad. Por ejemplo, la simple falta de sueño disminuye la sensación subjetiva de energía, provoca el mal funcionamiento de la insulina (insulinresistencia), hace que nos apetezca comida basura, etc. Un punto destacable de la cronodisrupción es que  no sólo influye en nuestras hormonas sino que también cambia  la expresión de nuestros genes.

Microbioma intestinal

El microbioma intestinal es el conjunto de bacterias que forman nuestra flora intestinal. En la flora normal hay distintas especies de bacterias que viven en distintas proporciones.

Los cambios en las cantidades de cada población de bacterias se han relacionado con la obesidad y con la aparición de otras enfermedades. De esta forma, algunas especies de bacterias en mayor proporción protegerían frente a la obesidad mientras que otras favorecería en el aumento de peso.

Es ya famoso el experimento en el que se trasplantaron heces de ratones delgados a ratones obesos y estos adelgazaron simplemente por el cambio de flora intestinal. Sin embargo, no es tan sencillo como hablar de bacterias buenas y malas ya que todo esto se ve influenciado por numerosos factores: herencia, toma de antibióticos, cambios en el patrón alimentario, inflamación, etc.

Otro tema interesante es la posibilidad de que sean las bacterias intestinales las que deciden nuestros gustos alimentarios para que escojamos lo que a ellas les interesa.  Sin duda es algo llamativo y por demostrar, pero lo que si que está claro es que la microbiota intestinal es un campo de intensa investigación científica que dará mucho que hablar en el futuro.

Programación fetal y epigenética

En la genética clásica, cada hijo hereda un paquete de genes (50% del padre y 50% de la madre) que le otorgan una determinada salud, con unos determinados riesgos.

Sin embargo, ahora sabemos que estos genes pueden quedar “marcados” por los hábitos de vida de los progenitores y por otros factores. Estas “marcas” que regulan el futuro funcionamiento de los genes es lo que conocemos como epigenética.

Un factor epigenético de gran influencia sería los hábitos de vida de la madre durante el embarazo, por ejemplo en cuanto a dieta y ejercicio. Es decir, los hábitos de la madre antes y durante el embarazo, pueden hacer que el bebé tenga un mayor riesgo de sufrir obesidad en el futuro. Y no lo haría cambiando los genes (genética clásica) sino cambiando el funcionamiento de esos genes por medio de la epigenética.  Imaginaos si es complejo, que no sólo influye lo que haga la madre, sino lo que hizo la abuela cuando estaba embarazada de la madre del bebé!

Disruptores endocrinos

Los disruptores endocrinos son sustancias que tiene la capacidad de alterar el sistema endocrino, incluso a dosis bajas. Algunos de los más conocidos son el bisfenol A, pesticidas órgano-fosforados, insecticidas como DDT o dioxinas.

El efecto de estas sustancias sobre las hormonas sexuales y sus interferencias en la reproducción de diferentes especies ya se conocía desde hace años. Sin embargo, recientemente se ha descubierto que además influyen en el desarrollo de obesidad. Y lo hacen a través de diferentes mecanismos: Por un lado, alteran las hormonas encargadas de acumular grasa, y por otro, afectan a hormonas que regulan nuestra conducta alimentaria.

Referencias

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Uptodate

Manual endocrinología y nutrición de la Sociedad Española de endocrinología y nutrición

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